Hay un dato muy revelador en la encuesta publicada por este diario hace unos días. Ante la pregunta de qué les parecería que los socialistas formasen Gobierno gracias a la abstención de ERC y Bildu, un 13% de quienes votaron al PSOE en abril dijo que le parecería muy bien. Otro 7% señaló que no le parecería ni bien ni mal. Y un rotundo 50% dijo que le parecería, sencillamente, bien. Directo, masivo: bien. Una respuesta tan contundente como el recuento final: el 70% de votantes del PSOE no se opone a que su partido gobierne gracias a la abstención de Junqueras y Otegi. Es decir, la abstención de quienes hace dos telediarios rompieron la convivencia en Cataluña e intentaron tumbar la Constitución, y la abstención de quienes dicen que quizá, a partir de alguno de los 856 asesinados, los 2.597 heridos, los 15.000 extorsionados o los 42.000 amenazados, causaron «más dolor del necesario».

Respuesta: bien.

El dato se presta a varias lecturas. Por un lado, puede que muchos de esos votantes crean de veras que las abstenciones de ERC y Bildu no tendrán contrapartidas, o que el famoso diálogo devolverá a estos partidos al redil constitucional. Si lo creen, es contra toda evidencia: Otegi ya explicó en TVE que no pensaba dar un cheque en blanco a Sánchez, y uno pensaría que, tras haber defendido tanto la necesidad de la entrevista, lo mínimo sería tomar nota de lo que se dijo en ella. Por otro lado, no consta que ERC se convirtiese en un adalid del constitucionalismo durante los siete años en que gobernó Cataluña junto al PSOE. Es más, al final de aquello los socialistas estaban encabezando manifestaciones contra el Tribunal Constitucional. ¿Qué sucedería ahora que el PSOE tiene cuarenta escaños menos que entonces?

La encuesta también refleja el gran efecto de la moción de censura: volver a normalizar a ojos de muchos votantes los acuerdos con separatistas y filoetarras -o al menos el no vetarlos, que en un escenario tan fragmentado viene a ser lo mismo. Esto en el momento en que, tras la DUI y la aplicación del 155, parecía posible un cambio en la política de nuestro país. Un cambio que convertiría el respeto a la Constitución en el perímetro de pactos de los grandes partidos. Quién sabe si abortar ese cambio no terminará siendo el gran legado de Sánchez. Pero, además, la encuesta arroja una pregunta a esos socialistas que andan tan indignados últimamente con Rivera… [Seguir leyendo en El Mundo.]