Publicado en El Mundo el 19 de mayo de 2022: https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2022/05/19/628508ddfc6c834d1b8b457d.html
El Estado autonómico se puede defender de dos maneras. No le vendrá mal al líder de la oposición que las repasemos.
La primera es la racionalista. Se basa en la idea de que las autonomías suponen la forma más eficaz de organizar nuestro Estado. Ese poderoso escalón entre el municipio y el ministerio tendría una perspectiva privilegiada para administrar (bien) ingentes recursos públicos. Además, la coexistencia de varias autonomías permitiría una virtuosa pluralidad de políticas y modelos. Las autonomías se justificarían, entonces, por su utilidad práctica: se podría explicar al contribuyente en qué le beneficia que existan su parlamento y su gobierno autonómicos, por qué son instituciones idóneas para gestionar tal o cual competencia, etc.
La segunda manera de defender el Estado autonómico es la identitaria. Se basa en la idea de que las autonomías son la cristalización de 17 comunidades naturales. Además, serían el mecanismo idóneo para ensamblar esas identidades colectivas en un proyecto común; sin ellas, España se descompondría. Esto sería especialmente cierto para quienes piensan que el «nacionalidades» del artículo 2 de la Constitución va por ellos; las autonomías les permitirían integrarse en la democracia española. Pero, además, su existencia sería una cuestión de dignidad colectiva. Incluso si gestionasen mal el dinero y los servicios públicos, su supresión supondría un insulto, un agravio. Por último, y dado que plantean un modelo distinto al de la dictadura, las autonomías serían un indicador de identidad democrática. Ser antiautonomías equivaldría a ser un poco franquista.
Estas dos defensas del Estado autonómico no son incompatibles. Sin embargo, el PP de Feijóo ha decidido enfatizar la segunda. No se trata de una novedad: durante décadas ha sido el discurso más habitual tanto en el PP como en el PSOE. El debate semántico sobre regiones, naciones y nacioncitas (varias rectificaciones después, se entiende que así deberíamos interpretar el controvertido nacionalidad) es solo una pequeña parte de él. La pregunta sería si esta forma de entender el Estado autonómico no quedó en bancarrota tras la crisis secesionista de 2017. Los dos partidos que más crecieron a partir de aquello (Cs y luego Vox) cuestionan al menos algunos aspectos del autonomismo identitario. Por recurrir a la expresión de Ortega en su célebre Vieja y nueva política, puede que Feijóo esté prolongando los gestos de una edad fenecida.