Publicado en El Mundo el 4 de noviembre de 2021: https://www.elmundo.es/opinion/2021/11/03/6182a4c1e4d4d8ed288b45e2.html 

Mariano Rajoy anunció hace unos días que su nuevo libro se titulará Política para adultos. Si el subtítulo aún no está cerrado, quizá el ex presidente podría decantarse por Cartas a Pablo o por A ver, Teodoro. Porque el anuncio coincide con el episodio más pueril que se recuerda en el Partido Popular. A estas alturas, la guerra de filtraciones a propósito de la candidatura de Isabel Díaz Ayuso para presidir el PP madrileño ha superado el esperpento que supuso la sustitución del propio Rajoy por un bolso durante la moción de censura de 2018. Aquello tenía un aire de terrible tragicomedia; esto es sencilla e incomprensiblemente ridículo. No es solo que se hayan aireado detalles adolescentes, como a quién tiene bloqueado en WhatsApp la presidenta madrileña. Ni siquiera es que se haya arrastrado al conflicto a una figura tan valiosa para el PP actual como Martínez-Almeida. Lo realmente grave es que el enfrentamiento entre el aparato del partido y la presidenta madrileña no se debe a ninguna cuestión sustancial. El choque no está motivado por los aspectos más polémicos de la gestión de Díaz Ayuso, como sus decisiones durante la pandemia; tampoco se están discutiendo la estrategia de oposición de Casado o sus propuestas ante el próximo ciclo electoral. El motivo de esta pugna es una cuestión de poder orgánico que resulta intrascendente para cualquier votante: ¿a qué madrileño le importa quién preside el PP de la región?

El episodio es más dañino precisamente por estarse desarrollando en el seno del PP. Hay determinadas imágenes que un partido de centroderecha debería evitar y otras que debería cultivar. Entre las primeras está la de un grupo de hombres que hace piña para frenar a la única mujer con poder real en el partido; encima, con un tono de quién se ha creído que es de muy difícil venta en 2021. Entre las segundas está, fundamentalmente, la de la seriedad. Todo partido liberal-conservador europeo disfruta de una importante herencia simbólica: la de los liderazgos formales y con las prioridades claras de AdenauerDe GasperiChurchillMerkel, etc. No es casualidad que Rajoy cultivara una imagen de sí mismo como heredero de aquella tradición, por mucho que luego sus acciones mostraran que la seriedad es compatible con la ineficacia. Y hay que preguntarse cuánto de ese capital simbólico, tan atractivo para el votante tradicional del PP, se está dilapidando con esta absurda polémica. Churchill no se metía en chorradas.