[Columna publicada en El Mundo el 23 de julio de 2020:   https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2020/07/23/5f18579ffdddff8a988b45e8.html]

¿Un paso adelante o un salto al vacío? La Unión Europea acaba de hacer las dos cosas. Y convendría que lo destacáramos: el acuerdo europeo no va de nuestras trincheras locales, sino de la continuada voluntad de 400 millones de personas de compartir esta esquina del planeta sin hacernos demasiada sangre. En este sentido, el acuerdo de esta semana ha sido importante por su ambición y sus novedades. La rápida respuesta a los destrozos de la pandemia y la emisión conjunta de deuda dan fe de un proyecto más integrado y dispuesto a probar sendas nuevas. Pero esto supone un comienzo más que un final; y un comienzo arriesgado. El futuro de la UE dependerá de cómo se gestionan los fondos y los mecanismos recién acordados. Solemos olvidar que, si el euroescepticismo crece entre italianos o españoles cuando sentimos que Europa no nos ayuda, también crece entre holandeses o suecos cuando sienten que Europa les quita dinero para dárselo a quienes no se lo han ganado. Y ese euroescepticismo es tan peligroso como el nuestro. El reto al que se enfrentan ahora las élites europeas (incluyendo las españolas) es acertar en la gestión de unos fondos sobre los que se han depositado tantas expectativas. Y explicar que todo responde a una idea madura y pragmática de Europa, según la cual todos nos beneficiamos de estar en esta Unión a la vez que todos entregamos algo a cambio.

Por eso es tan desalentador comprobar cómo se ha vivido este asunto en España. El debate europeo se ha afrontado desde un victimismo pueril, según el cual una mezcla de avaros calvinistas y gestores de paraísos fiscales se resistían a una hermosa solidaridad (que, por cierto, debería ser recíproca: ¿cuándo nos ha preocupado el bienestar de los holandeses?). El acuerdo se ha explicado, además, desde la óptica de un presidente obsesionado por el aplauso a su persona, y la de un vicepresidente empeñado en que Merkel le dé la razón 12 años después; cuando, si la respuesta a esta crisis es distinta de la de 2008, es porque la naturaleza de ambas también es muy diferente. Tampoco se ha lucido la oposición enfocando el acuerdo como un rechazo a la actual coalición de Gobierno. Concienciémonos: España se enfrenta a un enorme desafío, y convendría que hubiera acuerdos entre Gobierno y oposición, y entre instituciones nacionales y autonómicas, para el buen uso del dinero que viene. Europa propone y los europeos disponen; todo depende de que dispongamos bien. Todo.