Nieva en toda España; o más bien, para cuando se publiquen estas líneas, habrá nevado, y ciudades y pueblos y árboles y plazas y estatuas estarán cubiertas. El blanco estará en flor durante unas horas, y los críos hundirán sus manos y sus miradas ansiosas en el material prodigioso, y los chavales se lanzarán bolas de nieve por las calles, y los conductores barrerán con sus manos el blanco de los cristales de sus coches, y todos miraremos por la ventana y veremos nuevo aquello que durante el resto del año creemos conocer hasta la saciedad.

El uso de la nieve más bello e intenso que conozco en la literatura aparece en Los muertos, el relato de James Joyce que cierra su primer libro, Dublineses. [Seguir leyendo.]