Si saliera adelante, el anunciado Gobierno PSOE-Podemos cerraría un ciclo: el del ajuste de la política española al multipartidismo. Esto es, el ciclo que va desde diciembre de 2015 hasta noviembre de 2019 y que comprende las famosas cuatro elecciones en cuatro años. Tiene valor simbólico que una parte de este periodo se haya solapado con el centenario de la Primera Guerra Mundial, porque la política española ha vivido en estos años un largo proceso de atrición, en el que grandes ofensivas (como la de los socialistas en las últimas elecciones) se saldaban con solo unos metros de avance o retroceso. Aunque surgían nuevas fuerzas y desaparecían viejas certidumbres, la impresión general era de bloqueo y desgaste. Tras cuatro años, sin embargo, se ha abierto una brecha en el frente occidental. Descartados los sorpassos de los partidos nuevos a los clásicos, y descartado también el regreso al statu quo ante bellum bipartidista, España tendrá un Gobierno de coalición; encima, un Gobierno en el que estará uno de los partidos que irrumpieron en 2015. Más allá del bochornoso cinismo que ha mostrado el PSOE al enmendar en unas horas su discurso de los últimos meses, se ha sentado un precedente que abre la vía a la gobernabilidad de España. En el medio plazo, nuestros gobiernos serán de coalición o no serán.
Al mismo tiempo, deprime constatar todo lo que no ha cambiado en este ciclo. Por ejemplo, la capacidad de la clase política para colonizar las instituciones. [Seguir leyendo en El Mundo.]