EL PSOE ha alcanzado un acuerdo con Bildu para los presupuestos de Navarra. Esto no es una especulación. El acuerdo se ha cerrado con el equivalente contemporáneo de luz y taquígrafos: tuits celebratorios y fotos de las reuniones compartidas desde las cuentas socialistas. La noticia no ha recibido mucha atención, consumido como está el país en debatir algo tan urgente como las actividades marginales sobre educación sexual a las que algunos colegios podrían consagrar -o no- unas horas, algún día. Es decir, la cuestión número 96, aproximadamente, en el ranking de problemas de nuestro sistema educativo. Sin embargo, el pacto PSOE-Bildu merece atención, aunque solo sea por lo que indica sobre la deriva socialista. No hace tanto, Pedro Sánchez proclamaba que «con Bildu no vamos a pactar. Si quiere lo digo cinco veces o veinte». Ahora, no es solo que la portavoz del Gobierno haya defendido este martes el acuerdo con los herederos de Batasuna. Es que dicho acuerdo no ha suscitado ni un murmullo, ni un bisbiseo, de los labios de Margarita Robles, José Luis Ábalos, Fernando Grande-Marlaska y el resto de figuras a las que se aferra la opinión pública -con menguante base empírica- en su búsqueda de socialistas que sientan algún pudor ante estas alianzas. Tampoco se tiene noticia de afiliados que se hayan manifestado ante las sedes en protesta por el acuerdo. La triste conclusión -esta sí, rigurosamente empírica- es que el socialismo ha asumido la tesis de que tiene más en común con Otegi que con Casado.
Un viraje así merecería argumentos más sólidos de los que ha venido ofreciendo el PSOE… [Seguir leyendo en El Mundo.]