¿Qué queda por decir acerca de 2016? El año que termina se ha ido convirtiendo en una categoría propia, un género literario, una modalidad del articulismo. A lo largo de diciembre, sobre todo, hemos asistido a formidables ejercicios de síntesis de los principales acontecimientos del año, de sus grandes corrientes, de lo que nos ha enseñado, de si su vaso simbólico está medio lleno o medio vacío.
Uno de los aspectos más llamativos de 2016 es, precisamente, que hayamos hablado tanto de 2016. No es raro que los estudiosos e investigadores hagan la exégesis de años señeros (1789, 1914, 1936), pero esa exégesis se suele hacer a posteriori, cuando las consecuencias de lo sucedido durante aquel año empiezan a ser patentes. No conozco año del que se haya hablado tanto, desde mucho antes de que termine, como éste.
Las síntesis son necesarias y las fechas, en todo caso, se prestan a ello; pero veo dos peligros en que sigamos insistiendo en 2016 como una categoría o unidad de análisis propia. [Seguir leyendo.]