[Columna publicada en El Mundo el 19 de noviembre de 2020: https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2020/11/19/5fb5408bfdddffb83e8b45a8.html ]
«¿La sociedad española está preparada para normalizar a Bildu en este momento?». Esta fue una de las preguntas que se le plantearon a José Luis Ábalos hace unos días en una entrevista en El País. La respuesta del ministro fue memorable: «Dense una vuelta por el País Vasco. Verán cómo se vive. Si van por el barrio de Salamanca, se vive de otro modo. Es que España es muy diversa. (…) Esa élite que se maneja en la capital se tendrá que plantear la desconexión que tiene respecto del resto del país». Desde luego, es probable que en los cementerios vascos donde yacen los asesinados por ETA, o en las casas donde viven víctimas del terrorismo, las cosas se vean de manera distinta a como se ven en la madrileña sede de Ferraz. Y sin duda tiene mucho que plantearse esa élite que se maneja en los despachos -tan capitalinos- de los ministros socialistas. Cómo cuestionar la diversidad de España: uno tiene desde sectores que no están dispuestos a pasar por alto que Bildu homenajea a asesinos hasta otros para los que Moncloa bien vale un abrazo de Otegi. Por tener, uno tiene incluso partidos que se han ofrecido como alternativa para que el PSOE pueda sacar adelante los presupuestos sin los abertzales. Quizá es que algunas diversidades interesan menos que otras.
Sin embargo, en este intercambio era tan interesante la respuesta como la pregunta. Porque cabe preguntarse si la tensión de fondo aquí es de la sociedad española -cuyo rechazo tanto a los asesinos como a quienes los jaleaban es cualquier cosa menos inmaduro- o si es más bien exclusiva del socialismo español. Esto es: quizá la cuestión sea si el PSOE está preparado para resolver las contradicciones que lleva acarreando desde que su militancia devolvió a Pedro Sánchez a la secretaría general, y desde que apoyó una estrategia que ha abocado al punto en el que nos encontramos hoy. Si está preparado el socialismo español para asumir abiertamente -sin subterfugios de saldo, y como consecuencia última del «no es no»- que tiene más en común con Podemos, Esquerra y Bildu que con Ciudadanos, el Partido Popular y Vox; o si está preparado para abandonar la fantasía de un Pacto del Tinell 2.0 con Junqueras y Otegi, y romper el tabú del acercamiento al centroderecha. Si está preparado para normalizar, en fin, alguna estrategia de gran coalición que permita afrontar adecuadamente nuestras muchas crisis. Escuchando a Ábalos se diría que no; los socialistas aún no están preparados para esto.