(Publicado en El Mundo el 11 de noviembre de 2021: https://www.elmundo.es/opinion/2021/11/11/618be33ae4d4d823508b45c7.html )

Creo que aún quedan tres o cuatro columnistas en España que no han escrito sobre las tesis de Ana Iris Simón. Pero son -somos- un grupo excéntrico y menguante; el número de artículos que apoyan o rebaten los argumentos de esta escritora parece aumentar con cada día que pasa. La lectura que ha hecho Simón -primero en su libro Feria y luego en columnas, entrevistas e intervenciones- sobre las diferencias entre las condiciones de vida actuales y las de hace algunas décadas ha supuesto una verdadera mina para el análisis y la polémica. Tanto es así que esta capacidad de generar un debate merece comentario en sí misma. Al fin y al cabo, está muy extendida la idea de que hoy los escritores no influyen tanto en la sociedad como lo habrían hecho en el pasado (ya se ubique ese pasado en la Restauración, en los años 20 y 30 del siglo XX o en el tardofranquismo). Sin embargo, Simón ha logrado con su primer libro fomentar un debate que ha resultado tan atractivo como inusualmente longevo, sobre todo si lo comparamos con las fugacísimas polémicas de la política oficial.

El caso es que este no es el único debate reciente que surge a propósito de una obra literaria. En 2016, la publicación de Patria, de Fernando Aramburu, dio pie a una gran discusión sobre la historia y el legado de ETA. La cuestión de la España vacía recibió un empujón fundamental con el ensayo de Sergio del Molino del mismo nombre. La concesión del Premio Nacional de Narrativa en 2019 a una novela de Cristina Morales suscitó un debate acerca de qué tipo de obras merecen estos premios; del mismo modo que la concesión del Planeta al trío de autores que firma como Carmen Mola ha generado un considerable -y desconcertante- revuelo. Tampoco han faltado ocasiones en las que un escritor ha sido objeto de la ira censora en las redes sociales -como les ha pasado recientemente a Savater y a Cercas-, o incluso ha sido criticado por algún partido -como en el señalamiento a Andrés Trapiello por parte del PSOE de Madrid-. Es cierto que ninguna de estas polémicas se sustentó únicamente en la obra literaria: fueron importantes las entrevistas, los artículos, las reseñas, las intervenciones públicas y, también, un ambiente receptivo a este tipo de debates. Pero la visión de conjunto es aleccionadora. En 2021, los escritores no solo mantienen una considerable capacidad de influir en la esfera pública; a veces incluso plantean los debates más profundos, duraderos y originales.