[Columna publicada en El Mundo el 15 de octubre de 2020: https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2020/10/15/5f87117521efa0301d8b4641.html ]

Se habla mucho de cómo actúa el PP cuando pasa a la oposición. Es uno de los temas recurrentes del oficialismo: el PP sufriría mutaciones terribles, transformaciones monstruosas cuando no está en el poder. El propio Sánchez ha dicho que se convierte en un «partido antisistema»; algo que, pese a venir de quien gobierna con Podemos y alcanza acuerdos con ERC y Bildu, le parece negativo.

Cualquiera diría, sin embargo, que un tema más urgente es qué sucede con PSOE y Podemos cuando llegan al gobierno. Porque algún efecto tendrá el comportamiento en el poder sobre la ciudadanía, por mucho que el oficialismo dé a entender lo contrario (si no, ¿por qué había que echar a Rajoy de Moncloa?). Y las señales son alarmantes. La llegada al Ejecutivo parece haber producido en PSOE y Podemos una gran relajación en cuanto a la necesidad de cumplir con lo que antes reivindicaban. El último ejemplo es el contraste entre aquel Sánchez que en 2014 anunciaba «mi compromiso: regenerar la vida democrática es hacer un CGPJ verdaderamente independiente del Gobierno» con el que hoy busca forzar la politización definitiva de ese órgano. La llegada al poder también provoca en el PSOE súbitos cambios de perspectiva: lo que antes era un «clarísimo delito de rebelión» de pronto no lo pareció tanto; y aquellos partidos con los que nunca pactaría (Calvo sobre Bildu en 2019: «Para nosotros eso son líneas rojas y los socialistas somos muy de fiar»; Ábalos sobre ERC en 2018: «No pueden ser en ningún caso aliados nuestros») se tornaron apoyos deseables en el camino hacia el Progreso. Tampoco parece que la llegada a Moncloa refuerce su sentido de responsabilidad institucional, como muestran las acusaciones públicas por parte de ministros al Rey y a los jueces. Ni parece que el poder vuelva a PSOE y Podemos más tolerantes con la discrepancia: cada crítica a sus actuaciones es tachada de mera «crispación». Como tampoco se diría que la llegada al poder ha fortalecido los contrapesos internos a las voluntades de Sánchez e Iglesias. ¿Y la autoexigencia en cuanto a resultados? A finales de mayo, y con una de las mayores tasas de mortalidad y de destrozo económico del mundo, Sánchez se concedía a sí mismo un notable en la gestión de la pandemia. Así que el oficialismo puede seguir declarándose muy consternado por lo que le pasa al PP cuando está en la oposición; los ciudadanos harían bien en preocuparse por cómo les está sentando a PSOE y Podemos llegar al Gobierno.