El fallecimiento del sociólogo Zygmunt Bauman siempre iba a airear agravios contra el presente. Pero sorprende que lo que más se ha destacado a lo largo de esta semana hayan sido sus tesis acerca del mundo digital; ese que, según Bauman, estaría destruyendo todo lo bueno y auténtico de las relaciones sociales. Una tesis que, al parecer, es ampliamente compartida incluso por personas mucho más jóvenes y mucho más habituadas a la era digital que Bauman.
Así, y a pesar de la amplia gama de cuestiones que trató en sus obras, el enemigo de la “modernidad líquida” se ha convertido en el símbolo de una difusa y extendida nostalgia por el mundo anterior a Internet, a los emails, a los iPads, a las redes. Esas herramientas que, según Bauman, supondrían “trampas” que sustituirían nuestras verdaderas comunidades por grupos ficticios; y que serían las principales culpables de que hayamos “perdido el arte de las relaciones sociales”. Bauman ha dado pábulo, por tanto, a una de las melancolías más extrañamente miopes de nuestra época: la que postula que la vida social era más plena antes de que nos instalaran nuestro primer RDSI.
Uno sospecha que quienes creen esto tienen poco presentes sus lecturas de bachillerato. Porque ¿alguien puede leer La Celestina, el Lazarillo, Hamlet, Miau, La metamorfosis o Nada y pensar que las relaciones sociales “de antes” eran más plenas, más honestas y más satisfactorias que las de ahora? [Seguir leyendo.]