[Columna publicada en El Mundo el 8 de octubre de 2020: https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2020/10/08/5f7de46efdddff89ab8b467a.html ]
Isabel Díaz Ayuso actúa como Quim Torra. Este es uno de los lugares comunes que más se viene difundiendo en nuestro debate público. La equiparación se basaría en que la presidenta madrileña, con sus críticas al Gobierno por las decisiones tomadas en el estado de alarma, la desescalada y los confinamientos, muestra una resistencia al Gobierno parecida a la del ex presidente catalán.
Como broma, puede pasar. Como interpretación es descabellada. Ningún análisis mínimamente serio puede establecer que Torra y Ayuso habitan no ya espacios, sino galaxias parecidas. Porque ningún análisis serio se centra solo en las semejanzas superficiales y deja de lado las diferencias de fondo. Efectivamente, Ayuso ha acusado al Gobierno de autoritarismo en su gestión de la pandemia, a veces con un discurso victimista. También ha recurrido ciertas decisiones tomadas por el Ejecutivo -algo normal, por cierto, en Estados con distintos niveles competenciales como el nuestro-. Pero para que fuese un apóstol o un arcángel del secesionismo al modo de Torra, tendría que haber hecho algunas cosas más. Por ejemplo: impulsar proclamas institucionales que, en vez de criticar las acciones de un Gobierno concreto, negasen la legitimidad misma del Estado español, de su sistema judicial y de su Constitución. O proclamar que ella es solo la sustituta del líder legítimo de Madrid, quien habría sido injustamente perseguido y obligado a exiliarse. O animar a miles de activistas a cortar carreteras, forzar «paros de país» y, en fin, apretar.
La comparación es tan desacertada que debería tener un origen cómico; quizá un comentario frívolo en un grupo de whatsapp que luego se ha ido extendiendo para sorpresa del propio autor. Aunque tiene lógica que esté siendo repetido por voces afines al Gobierno, y hasta por dirigentes del propio PSOE. Porque se ajusta a la trivialización del procés que ha venido realizando el discurso gubernamental. La comparación entre las acciones de Ayuso y Torra solo es posible desde una exageración de las primeras o una infravaloración de las segundas. Sánchez ha apostado por ambas. Sabe que una parte de la izquierda está habituada a pensar que Esperanza Aguirre era peor que Artur Mas; y que reforzar ese paradigma volverá tolerables sus tratos con el separatismo. La conveniencia política está clara; la inconsistencia intelectual también. Si se quiere criticar la gestión de la Comunidad de Madrid, hágase con argumentos. No con disparates.