Hace años, el historiador Peter Hennessy popularizó la «teoría del good chap«. Podemos traducir esto último como «teoría del buen tío» o, en una expresión muy ajustada a la España de hoy, «del tío legal». Hennessy argumentaba que la naturaleza difusa de la constitución británica exige que quienes acceden al poder respeten, por iniciativa propia, una serie de convenciones y límites implícitos. El logro de las élites británicas habría sido que, por lo general, los habían respetado. Sin embargo, y a raíz de la crisis del Brexit, varias voces señalaron que estamos ante el fin de los tíos legales: la suspensión del Parlamento decretada por Boris Johnson en agosto, por ejemplo, mostraba que las élites han perdido esa idea de autocontención. El resultado, a largo plazo, es nocivo para todos: se mina la confianza de los ciudadanos en el sistema y se crean precedentes peligrosos para los adversarios políticos; ya verás cuando gobernemos nosotros.
Nuestro sistema está mucho más reglamentado que el británico, pero todos entendemos que también aquí conviene respetar algunas reglas no escritas. También aquí es necesario que la política sea ejercida por tíos legales. Sin embargo, lo que caracteriza la labor gubernamental del PSOE desde hace año y medio es su desdén explícito por esos límites. [Seguir leyendo en El Mundo.]