Parece probado que Manuel Cruz copió algunos pasajes de su manual Filosofía contemporánea. El caso cuenta con varios atenuantes: se trata de una obra de consulta y no una investigación original, los fragmentos copiados son más de resumen que de tesis, y la trayectoria del presidente del Senado acredita que podría perfectamente haber escrito esos pasajes si hubiera querido. Sin embargo, el plagio consiste en presentar el trabajo de otros como si fuera propio. Y esto es lo que se desprende de las coincidencias expuestas por Abc, y lo que no queda refutado por las explicaciones de Cruz. Si estas coincidencias se hubieran detectado en un trabajo de primero de carrera, el profesor lo habría suspendido. Podemos estar todo el día imaginando prácticas peores, o debatiendo qué consecuencias debe tener un caso así. Pero que luego no se lamenten los socialistas de que España no se parezca más a Alemania. Se están especializando en dejar pasar la oportunidad de que algún día lo haga.

Permítanme, sin embargo, que lleve esta agua a otro molino. Los casos mediáticos tienen el inconveniente de centrarse en ámbitos donde el plagio es poco común: publicaciones, tesis de máster o doctorado, etc. Deberían preocuparnos más los que se realizan en el instituto o la carrera. El creciente énfasis en que estos alumnos hagan trabajos en lugar de exámenes, unido a la proliferación de contenido disponible en la web, ha fomentado una cultura del copia y pega que se desarrolla en la secundaria y que muchos estudiantes llevan consigo a la universidad. Los programas de detección de plagios son útiles pero falibles, y la mayoría de profesores no dispone del tiempo que requiere una investigación exhaustiva de cada texto sospechoso. Tampoco ayuda la actitud, tan extendida socialmente, que señala que esto no importa, que es mera picaresca, un saludable rasgo étnico. Aunque fuera una minoría de estudiantes, el copia y pega cuestiona la validez de los expedientes académicos como vía de entrada al mercado laboral. Si un estudiante que hace un trabajo como es debido obtiene la misma nota que uno que entrega una ensalada de párrafos sacados de la web, el sistema pierde su sentido. Y aquí también importan el discurso y la ejemplaridad… [Seguir leyendo en El Mundo.]